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Los Cuentos de Cosmito

SE ANEGO EL TAPARO

¿Quién no lo conoce en el Tigre, y más allá? Cosmito Villarroel es uno –y quizás pocos han logrado tanto honor”, dice ¡modestísimo el muchacho!- de los artistas que ha tenido un éxito prolongado, de más de tres semanas seguidas en el hotel “Intercontinental Guayana” desayunando con mermelada como si hubiera nacido en el otro Norte (Por allá por donde corre, desde hace tantísimos años, el Mississippi).
-“A mi papá” –habla de Luciano Medina Gamboa, y su labio interno, tipo “orilla de teja” como el mismo lo llama, le tiembla con cierta emoción –“López Contreras le ofreció una vez nombrarlo Presidente del Estado, pero puso sus condiciones y no se las aceptaron. Que si acepta ¡quién sabe adónde estuviera yo ahorita!”
“Cumpliendo órdenes superiores, yo ponía preso a Cayetano Silva, esa gente de la Asunción, mis hermanos de palos, y los soltaba otra vez. Ninguno puede decir en Margarita que el Negro Cosme le puso alguna vez un sable. Encima, pero fueron arreciando las presiones de la S.N. y allí se me llenó el táparo. “¡Era mejor, y más tranquilo, ser guachimán en la Mene Grande, así dijeron los amigos míos que flojera andaba adelante, conmigo siempre atrás!”

TUVE MUCHAS MUJERES, PERO NO CAMBIO NINGUNA POR VICENTA



Vicenta, la esposa –“Tiene 22 años menos que yo, pero dice que yo sigo siendo un primor” –llena todo un mundo para este Cosmito, que el día de Santa Cecilia (el jueves 22, antier nomás) cumplió 50 años dándole duro a las cuerdas de su cuatro… –es su tercera –y definitiva –esposa. “Porque otras dos que quisieron gobernarme antes, supieron, muy de cerca, lo que es un negro rebelde”.





RÓMULO LE PAGÓ MUY MAL A MI PADRE

Entre los recuerdos de muchacho “no olvido aquel día en que Rómulo Betancourt, perseguido por López Contreras, estuvo escondido en la vuelta de Tacarigua. Pero Rómulo le pago muy mal a mi padre. Después lo desconoció por completo. Los políticos son otros cuando llegan a Miraflores ¡No lo sabré yo!”
-Y tu Cosme ¿sigues con Jóvito?
Y a la pregunta, responde con otra:
-Esta no es una edad para uno andar dando bandazos. Para los joviteros como yo, no hay otra doctrina que Jóvito. Yo soy un jovitero doctrinado! Hasta que se muera Jóvito o desaparezca Cosmito.

LA MALDICIÓN DE FEROZ

Para poderlo sacar de una casa que habitaba en Tacarigua –y cuyo alquiler, por cierto, no pagaba –el dueño de la vivienda la destechó, teja por teja. Simón Fercaute –Míster Feroz, el sastre, como se le conocía –se fue a vivir para la otra banda de la Asunción, pero antes se paró en el portachuelo y dijo:
-Mi no desear mal a nadie. Pero mi pedir, por todos los santos, que no llover más en Tacarigua!
Por tres años y medio ni una gota de agua volvió a caer. Se hizo entonces famosa la “maldición de Feroz” y más de un Tacariguero veía con recelo al trinitario –como dice Cosmito –“con ganas de romperle la cara de una trompá”.
Pero un hecho feliz, lo resolvió todo. El estado, en virtud de su difícil situación económica, y en consideración de que era un padre de familia ejemplar, donó a Feroz una pensión y éste supo que entre los que “haber hecho la petición por mí, está mi amigo Néstor Ordaz, y por eso yo perdoná a Tacarigua”.
Dicho y hecho. Cuenta Cosmito que fue tanta lluvia que tuvieron que llamar otra vez a feroz, para que la aplacara (sin saber y sin pretenderlo, el humilde sastre era considerado más milagroso que el mismísimo San Sebastián!).

DE MARACAIBO LO SACARON EN EL 38

A este Cosmito Villarroel, que aquí según advierte una y otra vez, no ha hecho “otra siembra a más y mejor muchas amistades”, lo agarró en el Zulia –en el 38 –la disposición del Presidente Serrano que expulsaba de aquel Estado a todos los margariteños.
-Yo dije que era andino, pero eso en vez de favorecerme lo que me costó fue un largo arresto por falta de respeto a la autoridad. Estaba yo recién llegado y con la misma me devolvieron.
Donde está Cosmito Villarroel está la risa y el canto y el chiste de Margarita’. Y anda andarina y traviesa la copla, al rompe como esta, que despertó la risa y la admiración de quienes esta vez, lo ro rodeamos –para escucharlo y conversarlo –en el alar de Luis Rivero. Se oye un “tutuel” cantar en la rama del árbol, y es la copla de Cosmito, que revienta:

“En la granja Guaitoroco, tuvo las ganas Cosmito de oír el grito bonito del cantar de ese potoco”

Recortes de Periódicos de la Familia, (Noviembre, 1973)

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